jueves, 2 de junio de 2011

Saratustra

Hoy ha sido el día de las cartitas, mensajes e intercambio de correos, extraño cuando uno comunica y recibe la retroalimentación esperada. Es normal que en el acto comunicativo, existe persuasión, imagino que no lograré tal forma de persuación como a mi soledad le gustaría, pero existen elementos de felicidad que sirven para un agradable viaje de regreso a mi hogar con el esbozo de una pequeña sonrisa picarezca.

escuchar todo el día a las distintas personas que llaman para expresar su conformidad o absoluta y total disconformidad, provoca un cansancio mental extraño, nos cargamos de buenas y malas energías, luego de cada llamada hacemos un pequeño saumerio interno, en el cual nos liberamos de todas las energías recibidas en el llamado anterior, este proceso puede demorar milésimas de segundo, y luego, volvemos con la mejor disposición a decir "buenas tardes, atiende Víctor Vega, con quién tengo el gusto de hablar?"; es un clásico que se repite día a día, que me recuerda el día de la marmota.

¿Alguien vió el día de la marmota? yo no, pero es una película clásica de un pobre tipo que todos los días despertaba en el mismo día, y este era "el día de la marmota", por lo cual, muy al estilo gringo, sus pares celebraban este día como si fuera el día de la independencia o como el día de acción de gracia. Acá en el mundo se experimenta la misma sensación, la mismas llamadas, los mismos temas, los mismos programas, nada nuevo, nada original, sólo algo bueno, la misma cara...

Vuelvo al eterno retorno de Nietzche, especialmente porque es un tipo muy inteligente, a quién se le ocurre la existencia de Saratustra, un hombre que luego de meditar y pensar la vida sobre un cerro junto a una caverna, pajaritos, quién sabe si águilas o cóndores volando sobre su cabeza (aunque lo de cóndores era para latinoamericanizar al hombre), y bajó tan lúcido que proclamó por los campos, aldeas, poblados y casas de señoritas (esto es especulación), que Dios había muerto, pero esto no significa que murió arrollado por un transantiago o clavado en una cruz, sino que murió la fé, se la llevó el río, se fue junto con los pavos pa'l río o con las cabras pal monte, vale decir, la fé en un ser divino se transformó en la creencia en la humanidad, en la perfectivilidad del ser humano.

Cómo no recordar el Eterno Retorno de Nietzche a la hora de vivir todos los día las cosas cíclicas, aunque él se refería a algo más interesante que la rutina, aplicanble a la historia, pero este es mí eterno retorno y tengo el derecho de asimilarlo a cualquier teoría antigua o nueva como quiera.

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