Cuando te dicen que tienes un
tumor cerebral que provoca un edema, ataques de epilepsia circunstanciales y
quizás que cosas que no se ven, la verdad es que lo primero que pasa por la
cabeza es “¿mi vida no puede transcurrir de forma normal?”, pero lo único que
surge es la sensación de ansiedad por que exista un rápido desenlace.
No puedo dejar de llorar cuando
veo o siento demostraciones de cariño, pero no por la tristeza de que exista
una probabilidad de no ver más a muchas
personas, sino porque esas demostraciones de cariño son parte de lo más
importante que he hecho, el entregar lo que soy a la gente que quiero.
Como dice un tema que me dedicó
mi hermana” aun creo en la utopía y no soy el mejor hombre… quiero que sepas
que aunque arrastro mis fracasos, si quieres contar conmigo, aun guardo fuego
en mis manos”, ese ha sido el espíritu de mi existencia, nací con
complicaciones, sin oxígeno y mi vida siempre se ha desarrollado al límite,
pero con todas mis limitantes, no he dejado de ver más allá de mi ombligo.
Tengo agradecimientos inmensos a
cada una de las personas que se han preocupado por mí, a mi familia que sé que
lo están pasando mal por estar tan lejos, a mis hermanos scouts, que se han
transformado desde siempre en parte de mi real familia; a mis hermanos de Alfa Pi Épsilon
y muy en especial a mis jaguares, por estar, por esos abrazos y cariños.
Como dice el mismo tema de Ismael
Serrano “he aprendido a hacer maletas y comer solo, a reparar espejos rotos, sé
del tesoro de las cosas más pequeñas”, mi vida solitaria me ha llevado a ver la
realidad de una forma distinta, disfruto de viajar, de conocer personas e
historias, de ser de Chillán y Santiago, de concepción y Pichidegua, del Viña del Mar y San Vicente, de Antofagasta, Arica y Quilpué, un tanto de Temuco, Osorno y Puerto Montt, de no ser de ningún lado y a la vez ser de todos.
Siento que no debo nada, he
disfrutado de cada segundo de mi vida, he ayudado a la gente que más he podido,
creo en las utopías y muchas veces me he transformado en una. Amo a una mujer que el más grande logro fue acariciarla sin que me mordiera; amo a mi familia y
agradezco la enseñanza de mis abuelos, mis padres y mis hermanos, todos grandes
luchadores por lo que han creído y adoro a mí sobrina; quiero a mis amigos, a
quienes el destino me ha puesto en el camino; quiero a mis familias postizas: Pavez Herrera, Pérez Flores, Pinto Cappello, Valdés Carvacho; creo y confío en el Gran
Arquitecto del Universo, única fuerza creadora; tengo una ideología clara y
camino siempre con mucho cuidado de dónde voy pisando, tal como lo dice Silvio
en la Fábula de Tres Hermanos.
No sé lo que ocurra de hoy en
adelante, pero sí sé que estoy muy tranquilo, no porque quiera parecer un
hombre inmutable, sino porque en esta ocasión no tengo la capacidad de cambiar
el destino, la suerte ya está echada y creo no ser una mala persona, sólo un
tanto preocupado de la luna más quede la tierra. Un abrazo para todos