domingo, 8 de julio de 2012

Una noche distinta

Siempre defiendo mi soledad, arreglo palabras y versos para argumentar que me acomoda tener tiempo para las mil y una cosas que hago. es cierto, disfruto cada momento, cada segundo de vida haciendo las cosas que me gustan, que en su gran mayoría son el trabajo con la gente, con la comunidad o como diría mi jefe, con los vecinos.

Anoche, en cambio, me di cuenta que hay un lado que extrañaba, un lado tierno, más allá de la clásica pasión de una noche, que extrañaba el cariño, abrazar y no soltar, sentir un cuerpo junto al mio, a que me hicieran cariño en el pelo, a reírme de lo más tonto, la complicidad de antaño, el despertar y sentir lo mismo.

Mientras me duchaba para presentarme en sociedad de forma limpia y afeitada, pensaba en lo fome o extraño que es, luego de una noche de placer, despertar incómodo, sintiendo que quizás fue un error, o que da lo mismo lo que viene. No sabiendo bien quién está al lado mio; en la vida de un soltero pueden pasar mil cosas, aventuras, experiencias de una noche, pero sentir cariño es totalmente distinto.

Luego de mucha agua bajo el puente, puedo decir con facilidad que no soy de esos que se enamora, que sufre o que piensas en mantener algo, no creo en las relaciones, sino que en lo que se va a dando a cada momento. Agradezco la noche vivida, los momentos vividos y las caricias vividas.

Creo que es un motivo suficiente para volver a escribir, luego del ritmo aletargado de mi mundo rural, parecido a ese ir y venir de las gaviotas entre los barcos pesqueros y la playa, esa constante que jamás será noticia, que no rompe el stato quo, que no mueve mi engranaje, que no logra tocar ni lo más pequeño de mis sentimientos.

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