viernes, 8 de julio de 2011

RECURDOS DE UN SER DESCONOCIDO

En la lejanía del tiempo y la distancia, encasillado en un mar de recuerdos, comienzo a descubrir que el mundo actúa, piensa y ama lejos de mi solapado mundo de viajes libres, de conversaciones interminables y en un sinfín de conocer personas cada vez más interesantes.

Recorrer el mundo hace que en cada momento se adquieran nuevas experiencias y conocimientos, nuvas formas de ver la vida; aunque el aprendizaje de los más vetustos se renueva cual ave Fénix en mi comportamiento cada vez más relajado, tranquilo y solitario.

Regalo útil para vivir feliz es una carretera con un buen fin, o como dice Aleks Syntec: "el camino no se acaba, continuaré sin descanso, si logro llegar hasta un punto final, donde no hay más por andar"... el resto del tema lo abandono, porque el seguir recordando y pensando en utopías de distancia desconcentra mi caminar firme y claro por la "vereda tropical", quiero seguir en un viaje perpetuo, conocer a más personas que los que habitan China, aunque sin su tradicional cara de sospecha de estos individuos con color a demócrata cristiano (no es Xenofobia, sino que simplemente una analogía para alegrar una tarde de empate futbolero y comienzo de tendinitis).

Existen historias de intermedios en el andar, como los conflictos de quienes tienen cuarenta o llegando a los cincuenta, el conocer los dramas de las mujeres y la libertad de los hombres que sólo buscan saciar las ancias de compañía, o esas féminas descritas mamonamente por Arjona que no se liberan de los rollos y traumas provocados por la falla en un matrimonio. Quizás al comenzar un camino junto a alguien significa una proyección total que se rompe con una separación, y que muy en especial, rompen su propia proyección perfecta de la autoimágen.

Soñar en solitario significa lograr metas personales y hacer el quite a cualquier elemento que signifique cambiar de riel, cambiar prioridades y cambiar un paradigma casi perfecto. Equilibro en la autoimágen, equilibro en el actuar y pensar, sensación de tranquilidad que me molesta, pues las metas, logros y muy en especial, las desepciones provocan que mi vida suba y baje, vale decir, que viaje por el mar de los comportamientos y la persepción.

Debo un café, una ida al cine, un almuerzo y espero dos visitas, todo marcado por distintas sensaciones de cariño, semicariño, atracción, casi amor, enrredos de mi cabeza en los mil mares de mas sensaciones... esos deseos de abrazar, y esa rabia cuando sientes que perdiste a quien crees que es la mujer más importante de tu vida (sin pensar en la familia, obvio).

Me carga la sensación de pacividad y resignación, esa idea católica del dolor, de la otra mejilla, del sufrimiento por el prójimo, ese "dar hasta que duela" del padre Hurtado. Prefiero no el egoísmo, sino que el ombliguismo extremos a la hora de lograr metas, olvidar el sentir por un fin, por tener elementos exquisitos para volar por las nubes y contemplar a quienes caminan en el mundo de los "de a pié". Es como pensaba el mítico Juan, pero no Juan el bautista, ni Juan Pablo II, sino que "Juán Salvador Gaviota", el que se perfeccionaba en conocer y volar, quien alcanzaba grandes velocidades para conocer las sensaciones de surcar el cielo con la velocidad de un águila. Juan miraba desde muy arriba como las gaviotas normales iban y venian desde la tierra firme a los pesqueron, sin otra finalidad que alimentarse; él sentía que debía aprovechar sus capacidades para ser más que lo impuesto socialmente por la bandada de la comida, él tenía como finalidad volar, muy alto y muy rápido.

No tengo alas de gaviota, pero me cargan los de la bandada de la comida, los que van en la mitad de la ola, los que asumen con una reverencia, los que aceptan para no complicarse la vida. Me gusta estar con los ojos más abiertos y sin ataduras que me permitan elevarme, volar. Por ahora sonrío al mundo, extraño a un par de gremlin, a unas cuantas gaviotas y a un picaflor volador, pero miro al horizonte y más que ver gente tan común como en una foto del paseo Ahumada, veo un horizonte sin fin.

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